ES TIEMPO DE MICRORRELATOS - 3º SEMANA (RECOPILATORIO (28 DE MAYO - 3 DE JUNIO)



Esta última semana hemos tenido un par de relatos muy interesantes con respecto al reto de la semana pasada, además de algunos otros independientes a la propuesta.

Hemos vuelto a utilizar un generador de palabras aleatorio para escoger las palabras de esta semana, que son: hinchar, encarnar, hospital, jactanciosa, heterogéneo, zalamería, proveedor, monástico.

Nada fácil, ¿verdad?. Seguro que podréis hacer maravilla con ello. Ahora os dejamos los relatos de la semana pasada, esperamos que os gusten:


Mejor nunca que tarde.

“...En el fondo siempre lo supe, jamás debí haberme quedado, no he nacido para vivir. He sido un ingenuo al pensar que la vida no me golpearía como lo hizo con mi difunto amigo. No he superado su pérdida, creo ver la marca de su espalda en el sofá y aún puedo oler ese insufrible desodorante. Estoy paranoico. A veces creo verle en la calle, confundo a menudo a otras personas. Siempre que paso por la calle en que nos conocimos le veo de refilón doblando la esquina de forma etérea, como dejando una estela. Tengo la impresión de que nunca podré quedarme mirando el horizonte sin pensar en él, en su nombre. 
La cosmogonía, la entropía, la nada y el todo, todo se concentra en ti. 

No sé si lo voy a poder hacerlo, no sin él, pero, por favor, quien lea esto que le diga a mi madre que siempre la quise y que lo siento. Si lo encuentras tú, todas las palabras son pocas.”

Suelto la nota, aunque más bien es como si mis manos dejasen de funcionar y el papel se escurriera dando una última caricia. No puedo creerlo. ¿Cómo has podido ser tan egoísta? ¿Crees haber sido la única persona del mundo que ha amado así a alguién? ¡Pues no! Yo te he amado, no se si de la misma forma, pero sí con la misma intensidad o incluso más. ¿Y de qué me ha servido, eh? ¿Qué me queda… sin tí? Te odio por haberte querido tanto.

Yo tampoco podré nunca sacarte de mi cabeza. Quizás lo haga una bala.

Dedalus Incandenza. 



Salgo a la calle y emprendo el viaje de vuelta a casa, tras un largo y pesado día de trabajo. Si el K13 leyera mis pensamientos "egoístas", la pena que impondrían a mi desdichada vida alcanzaría límites insospechados. Bienvenidos a un Londres negro y oscuro, donde el Gran Ojo todo lo ve y todo lo oye. Ellos nos prometieron la paz y un horizonte la entropía seria cosa del pasado, quedándose los conflictos de antaño en meros recuerdos . Al fondo de la Avenida de la Victoria, se alza la majestuosa cabeza del Gran Padre, el líder máximo de un nación que vive la estela de tiempos mejores. De repente y sin previo aviso, noto el golpear de la lluvia sobre mi viejo sombrero negro. Una lluvia negruzca que me devuelve a la sucia y infecta ciudad donde vivo.

Ivrok Moreno.



Bio-lencia.

Entonces me di cuenta. No volví a ser el mismo. 
El mundo es un lugar violento.

Dedalus Incandenza.



Circe.

Dijo que se mataría si no le amaba, y le respondí que cuando muriese por mí, le amaría. 

Dedalus Incandenza.




¡Esperamos vuestros comentarios y vuestros relatos!



Comentarios

  1. Terapia de choque.

    En el monástico encierro en el hospital provocado por el infarto que sufrí a causa de una no demasiado casual concatenación de circunstancias adversas, tuve la mala fortuna de tener asignada como compañera de habitación a la jactanciosa Carmen Dumas. Siempre Carmen. No daba crédito, de entre todas las personas posibles, ella.
    Había tenido una intensa reacción alérgica a unos implantes de cuestionable proveedor hechos de una mezcla demasiado heterogénea de polímeros. Se justificaba diciendo que “sólo quería un ligero retoque, ya que mis pómulos ya eran estupendos de por sí y lo que no quería era gastarme una fortuna en mejorar lo que ya estaba muy bien”. Estaba prácticamente recuperada e insistía en repetir que sus pómulos ya estaban perfectamente y que los podía tocar si quería. En ningún momento le había preguntado por ellos; además, prefería tocar un urinario público. Tardó cerca de tres insufribles horas en dejar de hablar de ella para preguntarme por qué estaba allí. Cuando le dije que tenía el corazón hinchado por su culpa, lo interpretó como una zalamería de un extraño lirismo y sonrió insinuante, cuando, en realidad, no podía ser más literal, ¡era su maldita culpa! ¿Quién se ha creído?
    Creo que encerrarte con una persona a la que detestas en una habitación puede ser más terapéutico que una cirugía a corazón descubierto, no tardé ni un día en llamar a la doctora a gritos suplicando el alta.

    Dedalus Incandenza.

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